viernes, 15 de julio de 2011

Una vida hecha de retratos




Tratas de ver tu rostro en cuerpos y vidas que no posees. Y sin embargo, muchas veces estas falsas visiones te fortalecen, pues te hacen ver tus debilidades, para que una vez que despiertes, te empeñes en combatirlas. Rara vez sueñas con lugares en los que nunca has estado, y cuando no es así, consideras que el suelo donde pisas, es tierra sagrada, algún punto en el planeta que inevitablemente tendrás que visitar algún día. Como bien lo decía Benjamín Franklin, cuando exhortaba a no morir en el olvido, sino más bien recomendaba que escribieras cosas interesantes, o en su caso, hicieras cosas interesantes dignas de ser escritas y recordadas para la posteridad. Es un dilema, lo sabes, pero no hay más que dos opciones en la vida: vencer o morir. El resto, decide no participar y ser como todos. Pero tú no lo eres, recuerda que aunque sigas un camino ya recorrido, encierras en tu persona un guía, una fuerza que te hace ser único. Como aquella vez que acudías a tus raíces, no estabas solo, iban muchas caras conocidas que te brindaban sus sonrisas a cada rato. Y aunque tu impaciencia era notable, conocías a la perfección aquella imagen en la que te viste reflejado. Quizás no eras tú en su totalidad, pero era el más claro ejemplo de lo que pretendías alcanzar. Era parte de ti. Te enfrentaste no en batalla de sangre, sino en combate de miradas y recuerdos. Hasta que caíste vencido por una leve sonrisa. Tu armadura cayó ante la calidez de un corazón enamorado, y confundido también. ¿Acaso crees que importa la derrota? En este caso mejor duda. Déjate llevar no sólo por el raciocinio, también apóyate de vez en cuando en el corazón. No es malo soñar, mucho menos tener afecto, pero cuando conjugues ambas acciones, sé temeroso de entregarte por completo, porque quedarás sin corazón, porque alguien a quien ya conoces, y que tienes a tu lado, lo aprisionará en sus manos, para nunca más volverlo a entregar.

A mis vicios tan tremendo como el yoga y las letras, y sobre todo a quienes son testigos de mis afectos.

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