miércoles, 20 de julio de 2011
Una de chismes en la familia Galleguín
Contaré un relato que quizás a nadie le interese, pero la verdad eso ni me viene ni me va. Como quiera lo voy a relatar. En primera instancia, tengo que hacer mención del Viejo Torrezuelas. Si en este instante, ya se estén preguntando: "Oye, ¿y ese quién es?" o "¿qué habrá hecho ese, tú?", pues a todos esos lectores interesados en dar con los detalles biográficos de este personaje ilustrado, por no decir ilustre persona, les daré la respuesta en pocas palabras para que logren conciliar el sueño: No fue nadie...y la verdad, no hizo nada relevante en su vida. Bien, ya hecho el análisis de tan logrado ser, explicaré qué tiene que ver con el relato que me propongo a contarles. El nombre completo de mi padre es Pepe Simista Margoso. Es firme creyente de que los nombres que se les dan a los hijos, influyen notablemente en su personalidad. Como mi señor padre (no Dios, sino el terrenal)es como Scherezzada, es decir le encanta urdir mil historias en una noche, ayer sacó a relucir el nombre del Viejo Torrezuelas. Cuando así sucedió, le comento: "Ah, sí me acuerdo de él, pero pues ya se murió, ¿no?". No sé si quienes lean esta historia podrán imaginar la cara que puso mi padre cuando dije esto, pero les daré una pista: fue la misma cara que puso cuando le diagnosticaron una grave enfermedad circulatoria, y el médico le recomendó deshacerse de los chocolates y camarones que hubiera en casa. Pero como no le dijo de qué forma deshacerse de ellos, pues el Sr. Simista, se los embutó, autofestejándose el día de su cumpleaños. Sobra decir que la cara que puso la madrugada siguiente, cuando le dio uno de tres infartos, fue la misma que puso cuando le "comenté" de la posible muerte, fallecimiento o desencarnación del Viejo Torrezuelas. Hasta aquí espero que vayamos por buen camino. Ahora quedará demostrado cómo se van armando poco a poco esos degenerados argumentos sin bases creíbles, denominados bajo el generalizado título de "chisme", pero ¡ah, cómo nos encanta a todos!
Recuerdo bien que le comento en esa ocasión, que había escuchado a mi hermana decir que una hija de Torrezuelas había publicado una foto de ella en la red social, y cuando mi hermana vio esa foto, comentó algo a mi madre en ese instante, y ambas quedaron en la duda ante el paradero actual del Viejo Torrezuelas. Fue todo lo que se comentó y se dijo en esa tarde. Obviamente yo estaba ahí. Cuando yo explico a mi padre, el Sr. Pepe Simista, que tal vez ya esté muerto su viejo conocido, lo hago basándome en las leyes biológicas, divinas, kármicas y ¿por qué no? también en la ley de la "jodidez" humana. Con esto me refiero a que hace más de 12 años, que fue la última vez que vi al dichoso Torrezuelas ese, lo recuerdo como aquél viejecillo que se quedaba dormido cuando hablaba, y que sus huesos ya estaban tan rígidos que ni siquiera podía bajar un poco su cabeza para subirse la bragueta del pantalón. En fin, muchos detalles de ese tipo que obligan a que se piense que una persona así no duraría más de unas cuantas respiraciones más. Y repito, así lo conocí yo, hace 12 LARGOS AÑOS. El Sr. Pepe Simista, que siempre ha dicho que la muerte no lo asusta, y que es algo que no debe preocupar, se asustó, y aparte de eso, se preocupó. Quería que en ese mismo instante lo trasladará telepáticamente, o no sé de qué manera a la casa de este individuo, que ya hasta flojera me da escribir su largo y fastidiosos nombre, y que por cierto, vivía o vive a cientos de kilómetros, (conste que no promociono canción de Sin Bandera). Cambié la charla hacia otros temas más constructivos como planear la destrucción masiva de Chichen Itzá, o seguirnos preguntando por qué Cuauhtémoc Cárdenas no pudo ser presidente de México en el 88. Pero al día siguiente, hace una llamada que cambiaría por completo la vida de los Galleguines, o sea de nuestra familia. Se comunica, después de décadas de no hablarle a mi hermana mayor Manuela Dades Simista, pero no para saludarla, sino para ordenarle que busque por cielo, mar y tierra a su amigo del alma, el Viejo Torrezuelas,ya que viven a corta distancia, en el mismo y colorido pueblecillo, y le informe si realmente ya se fue al infier...perdón, si ya pasó a mejor vida, o peor. Por si esta orden no bastara, escuché claramente cuando le decía, "es que tu hermano Olga Ass Anio", o sea yo (no llevo el apedillo Simista porque mi padre siempre me repetía que yo era adoptado, así que me la creí, por eso me llamo diferente. El nombre de Olga, lo escogí porque sonaba muy ruso)"me dijo que Torrezuelas había muerto y que bla, bla, paja, paja, paja". Cuando cuelga el celular, porque de hecho era un celular, pero él cree que todavía se cuelgan en alguna parte, le enfrento diciendo que no sea como todos los políticos, sacerdotes y servidores públicos, o sea mentiroso, que yo no le confirmé eso, que yo "suponía" y que me "parecía" haber escuchado que ya se había ido con la calaca. Mi hermana Manuela Dades, se enfadó tanto con mi padre que lo mandó muy lejos, en palabras creo yo, porque él todavía está aquí, pero sí se molestó mucho, al grado que se comunica con mi hermana Tema, a la que también le decimos "Tica", porque es tan apasionada de la tecnología que es común que le den tics de vez en cuando, sobre todo al momento de presentar modelos nuevos de gadgets. Volviendo al meollo del asunto, cuando Manuela le habla a Tema, Tema le dice a nuestra progenitora, y cuando esta llega a la casa, pues se armó la remambaramba, como dicen en no sé donde, pero así lo dicen. En fin, el hecho no pasó a mayores, pues Pepe Simista, se le quitó un poco la preocupación, no por su amigo, sino por la deuda que según él le debe, que son dos pollos asados, tres limoncitos partidos y una pepsi chiquita. Del Viejo Torrezuelas, ya no supimos nada. Si está vivo, muerto, momificado, o en algún puesto de tacos ubicado cerca de la facultad de medicina. En fin, no es que yo haya querido hacer chisme, sino que simplemente, pensé que así había sido el paradero de ese individuo, que causó revuelo en nuestra familia Galleguina. Se despide por el momento, Olga Ass Anio, su servidor, y último eslabón Galleguín.
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