jueves, 14 de julio de 2011

Sólo un vivo recuerdo






"Pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra". Colosenses 3, 2.

Claro que aún te extraño. De hecho, hace unos días tan sólo, dediqué dos de mis lágrimas a tu santo recuerdo, sin que por eso me muestre débil, como muchas veces lo aparenté. Por supuesto también que haces falta. No es sencillo olvidar esas mañanas en que mis labios te besaban al despertar. Besar tus ojos cerrados era para mí entonces la mejor de las bendiciones. No lo puedo negar, y creo que lo sabes. Hasta logro recordar las muchas posturas que tuvimos que inventar, para juntos recorrer ese mundo de los sueños, en extraño vehículo donde sólo cabía un ser. ¿Me pregunto si aún te quiero? Amo tu recuerdo, no pienses mal, no eres mala, pero siento que tampoco he sabido interpretar a la perfección el papel de villano. ¿Quieres una disculpa? Es tuya, tómala, siempre la tuviste, pero la ira y el desencanto, pudo más que tu razonamiento. Disculpa mis errores del pasado, no fui perfecto, lo sé, pero al menos me queda el consuelo de que siempre te deseé con ternura. Lo sabes. Es difícil arrancar espinas tan profundas. Tienes razón, pues víctima no soy, ni he sido y aseguro que nunca lo seré. No puedo desearte nada en este instante, así que sólo perdóname. Es todo. De hecho, pensaba en sacar algo de mí, y mis trazos, creo que lograron dibujarte. Extraña actitud del hombre que al querer olvidar, logra en el intento volver a crear y volver a lastimar.
Curemos las heridas y sigamos adelante, cada quien a su manera y ojalá aprendamos a vivir con espinas encarnadas como ésta que traigo puesta, y que me impulsa a recordarte y decirte con sinceridad, que fuiste en su momento algo especial, y que nunca quise coleccionar tus lamentos, ni tus reclamos. Esperemos a que el mundo ruede, y nos traiga a cada quien su cada cual. Sólo recordaba mis labios en tus ojos, tus dientes luminosos , y ese hoyo en tu mejilla que me hacía enloquecer. ¿Dónde has quedado? ¿Por qué motivo no has llegado aún? ¿Por qué apareces cuando duermo y me martirizas cuando intento encontrarte? Te tengo muy presente y me alienta la fe, la única que poseo, para no despertar nunca más y quedar con tu recuerdo impreso siempre, en esta loca y enferma mente que me calla al despertar, pero que siempre decide los caminos que debo andar, cuando me llega la hora de soñar.

A ti, quien sabes ya quién eres.

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