lunes, 25 de julio de 2011

Caminos obscuros de la penitencia





Lugares donde la muerte habitaba por doquier, y en donde las paredes regaban con sangre cada epitafio de los que ahí habían perecido. Desconoces los motivos que te conducen hasta este sitio, simplemente te dejas llevar a lo oculto, e intentas vivir el momento, por más temor que corra entre tus venas.
Aunque no estás solo, ignoras quién es la persona que te acompaña en este nuevo viaje, y no te esfuerces en tratar de recordar su rostro, podrían pasar cientos de vidas antes de que logres acertar esa extraña apariencia.
Se respira miedo, recuerdo y dolor, mucho dolor, como el de aquellas víctimas cuyas almas aún penden de los techos, y que siguen clamando justicia sin que nadie los escuche, sin que nadie los recuerde.
Ya habías estado aquí, recuerda que la sangre se agolpaba en la punta de tus dedos cuando recorrías cada uno de los pisos de este tétrico lugar, y sin embargo el temor y el deseo por conocer un poco más la oscuridad, te fortalecía sin cesar. A cada paso que dabas, tus recuerdos quedaban reducidos a cenizas, y dejabas de ser tú, para simplemente convertirte en alguien común y corriente, un ser humano sin ideas, como muchos que hay. Sólo el morbo te conducía, y pese a que pudiste dejar tu alma en cada espacio de ese lugar, en cada segundo de ese tiempo invertido, tienes un corazón demasiado fuerte para como para derrotarlo tan fácil. Pero la mente a veces traiciona. Comenzabas a indagar, te cuestionabas cerca de lo que representa estar arriba o abajo, ser bueno o malo, y la cabeza palpitaba a la par que cada idea. Tal y como la ambición es poderosa, la mente también lo es. Quizá no recuerdes cómo finalizó este trayecto, sólo me resta decirte que aún sigues en tu reflexión, y que te llevará varias vidas llegar a su posible solución. Sé paciente y no dejes que el entendimiento te lleve a actuar de la forma no deseada por el corazón. Están en ti, pero no permitas que tú estés en ellos.

A todos ellos, encerrados por culpa del destino, mas no de las acciones presentes. Víctimas inocentes, aprehendidas por el miedo.

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