Una batalla que desde hacía tiempo se deseaba. Aunque era un simple intento de guerra, la verdad que ocultaban estas acciones era de provocar un daño permanente entre los seres queridos. Una guardia conocida pero no confiable, era el sitio donde este ejercicio se llevaba a cabo, sin mirar rostros, sin recordar afectos, todo se limitaba a la agresión, con artefactos explosivos que nunca dañaron el cuerpo, sólo el alma.
Se esmeraban los seres por dar en el blanco, por dar un golpe tan certero que fuera capaz de provocar la muerte, y sin embargo este momento nunca llegaba, tan sólo eran alertas, como un "cuídate que el momento llegará".
No importaba en lo absoluto si las lágrimas o las disculpas se anteponían ante cada ataque, ya no se era el mismo, el rostro se demudaba en algo triste y sin motivos par vivir, los ojos modificaban su aspecto y se volvían sombríos y casi muertos, a no ser este espíritu sediento de sangre, y de venganza, que conducía a enfrentarse entre hermanos.
Ni siquiera la voz de la experiencia, fue capaz de impedir que todo el mal cayera sobre esas voces inocentes, de hecho nadie respetó la vejez ni las glorias pasadas, todo se convirtió en un caos sin fin, en donde todos buscaban su propio beneficio que no era otro que sobrevivir, a cuenta del odio y de rascarse con sus propias uñas y dientes. Esta es la viva imagen de un entorno familiar que se acerca cada día más a lo que podría parecer el antecedente de una guerra. Por eso dicen que enemigos del hombre, son los de su casa, y no aquellos seres que miran con odio y desprecio todo lo que les rodea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario