miércoles, 10 de agosto de 2011

El hijo pródigo

Obra del pintor holandés Rembrandt (1606-1669), tomada de culturageneral.net

Un hombre tenía dos hijos. Y el menor dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me corresponde de la hacienda". Y el padre repartió la hacienda. A los pocos días, el hijo menor reunió todo, se marchó a un país lejano, y allí disipó toda su fortuna viviendo pródigamente. Cuando hubo gastado todo, sobrevino una gran hambre en aquella comarca, y comenzó a padecer necesidad. Se fue a servir a casa de un hombre del país, que le mandó a sus tierras a guardar cerdos. Deseaba llenar su estómago con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie se las daba. Y reflexionando, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre, y le diré: Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo; tenme como a uno de tus jornaleros". Se levantó y fue a su padre. Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y, conmovido, corrió y se echó al cuello de su hijo, cubriéndolo de besos. Díjole el hijo: "Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo". Pero el padre dijo a sus siervos: "Sacad inmediatamente el vestido más rico, y ponédselo; ponedle también anillo en su mano, y sandalias en sus pies. Traed el ternero cebado, matadlo, y vamos a comer, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido encontrado". Y se pusieron todos a festejarlo.
El hijo mayor estaba en el campo, y al volver y acercarse a la casa, oyó la música y los bailes. Llamó a uno de los criados y le preguntó qué significaba aquello. Y éste le contestó: "Ha regresado tu hermano, y tu padre mató el ternero cebado porque lo ha recobrado sano". Él se ofendió y no quería entrar. Mas su padre salió y se puso a exhortarle. Y contestó a su padre: "Hace ya tantos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes, y nunca me has dado ni un cabrito para hacer fiesta con mis amigos. ¡Ahora llega ese tu hijo, que dilapidó su hacienda con malas mujeres, y tú le matas el ternero cebado!" Pero el padre le respondió: "¡Hijo! ¡Tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo! En cambio tu hermano que estaba muerto ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado. Convenía festejarlo y alegrarse por ello".


Lucas, autor del tercer evangelio canónico. (Imagen tomada de lausdeo.wordpress.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario