domingo, 14 de agosto de 2011

Última mirada


-Gustavo, ¿estás en tu casa?
Eran ya cerca de las cuatro de la mañana cuando recibí su llamada. Sin embargo no lograba conciliar el sueño. Tal vez porque seguía pensando en ella.
-Sí, aquí estoy...¿no me digas que quieres venir?
-Si me invitas sí.
-¡Claro! ¿Te espero afuera? ¿Está bien?
Y como siempre solía suceder, bastaba con escuhar su voz para que me hiciera pensar que quizá éste era el día definitivo, el día en que me dejaría decirle lo mucho que la necesito.
Luego de acicalarme y ponerme algo encima debido al frío, recorrí la sala principal de ese lugar donde habitaba, que a mi gusto siempre pareció un castillo siniestro y abandonado. Quienes me conocían, saben que pensar en ella, no es más que enterrar lentamente una espada en el corazón.
Ya había llegado. ¿Su nombre? No creo que eso importe. Sea cual sea, me incitaba a abrazarla y no dejarla ir jamás.
-¿Estás bien?- pregunté al verla con una mirada perdida, nada usual en ella.
-Tuve un accidente- me dijo sin dejar de mirarme.
-¿Me quieres platicar...?
-¡Fue el coche, creo que aceleré de más!
-¿Aceleré de más?- alegó una mujer, muy extraña por cierto que apareció de improviso sentada en los escalones de la entrada principal- mejor dí la verdad, que eres egoísta y que no te importó. Te embriagaste a morir, te divertiste como loca y que eso te orilló a destruir tu carro. ¡Tú lo provocaste!
Por alguna razón, dejó de parecerme extraña la presencia de esa mujer. Confieso que no logró recordar su apariencia. Sólo sus palabras las tengo presentes.
-¿Eso es verdad?- pregunté. Quise besarla pero ella no lo permitió. Al tomar su rostro, pude ver nuevamente nuestra historia. Me agradó, pero a la vez me lastimó también. Cuando comenzó a llorar, supe que era el final. Desesperado intenté ofrecerle soluciones para no ser castigada en casa, pero no escuchaba.
No sé cómo sucedió, pero de inmediato ya me encontraba en cama y con un sueño muy profundo. Dormí poco. Justo al despertar, mi madre y mi hermana murmuraban algo fuera de mi cuarto. Me puse un pantalón de inmediato, y pregunté qué sucedía. Eran sus miradas las mismas que me hacían recordarla en ese encuentro que tuvimos.
-¿Qué pasa?- les dije.
No fue necesario que dijeran: "Llamaron los papás de..." o "Nos acaban de decir que...". Ya lo sabía. Ya había visto todo eso. Un accidente. Choque, alcohol. Duele un poco escribirlo. Porque nunca pude decirle abiertamente lo mucho que la quería. Ella no estuvo aquí. Fue sólo un pensamiento. Por eso recuerdo que su rostro estaba frío. Por eso no me quiso besar. Ahora comprendo. Y...¿esa voz? La otra mujer, ¿quién era? Sigo sin saber. ¿Mi consciencia? No sé, estoy seguro que ella también la escuchó. Son pensamientos que de tanto sembrarlos en la mente, llegan a hacerse realidad.
Pudo despedirse de mí. Sospechaba que mis sentimientos la cobijaban con frecuencia. Gracias por venir. Te sigo queriendo como no tienes una idea. Espero verte pronto y besar tus labios fríos. ¿A quién le digo esto? No sé.
Eran dos mujeres. A la primera que escuché. Al fin y al cabo sé que mi destino está próximo si sigo como ahora...pensando en ella y en ese mundo que siempre trato de imaginar, pero tengo que ser paciente para poder llegar ahí, y entender realmente lo que aconteció.

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