(noticierostelevisa.esmas.com)
- ¡Caldegón! ¿Estás ahí?
Agustín no lo soportó más, y mordió de inmediato la suculenta torta que traía entre manos, misma que no había podido degustar, pues tenía la extraña costumbre de observar su comida atentamente justo antes de engullirla. Era algo así como su devoción…aunque haya rumores de que se trata más bien de su perdición.
(lacorrupcion.wordpress.com)
Por su parte, Felipe, molesto por el llamado a su puerta (pues eran las tres de la tarde, hacía cuatro horas que había salido de su trabajo) arroja el libro “Qué hacer” de su afamado colega y se dirige a la puerta.
- ¿Sí? ¿Quién es?
- Caldegón, soy yo, Cgisty…
El pobre de Agustín, casi se asfixia con una de las cuatro carnes que su torta contenía, al escuchar esa melodiosa voz, como proveniente del Viejo Mundo. Algo conocido había en ese tono, y no eran precisamente las dulces palabras de ese dibujo animado que tanto admiró de niño, Pepe Le Pw.
Calderón, extrañado interroga al visitante sin siquiera atreverse a mirar, temía que fuera un grupo de manifestantes, o tal vez integrantes de la Corte Penal Internacional (CPI):
- ¿Cu, cu, cuál Cristy…? Si viene a buscar a Margarita, ella no está, me dejó aquí en la casa…ella tenía unos compromisos…
- Caldegón, ¿de qué estás tú hablandó? Soy Cgisty…Lagagde…
Agustín cayó en la cuenta de que venían por él. Finalmente, la francesa Cristina Lagarde, aceptaría el contubernio que existió tras su elección como presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), y entregaría la batuta de tan prestigiado organismo a quien fuera en su momento, responsable de la Secretaría de Economía en nuestro golpeteado país.
Se irguió sobre su espalda. Quitó la servilleta de su cuello, y con ella cubrió su enorme platillo, que bien hubiera calmado el hambre de una familia mexicana no muy numerosa.
-¡Cristina Lagarde! ¡Qué gusto, verte por acá!- la recibió Agustín, mientras que el pobre de Felipe, asustado tras la puerta, abrazaba su Sagrado Corazón y entonaba un rezo.
(senderodelpeje.com)
-Señor, permíteme informarle que es la señora Lagarde- le anuncia Agustín a su ex patrón, en voz baja,- la de los “billetes”.
De inmediato se incorpora el buen Felipe, y como bien le habían enseñado en sus colegios, saludo a su colega europea con beso en ambas mejillas.
- Pásale, Cristina, estás en tu casa…- invita el interesado de Agustín.
- Miguen, no tengo mucho tiempo, así que segué bgeve…¿les paguece bien?
- Claro, no hay problema- responde Felipe, al momento que cierra la puerta, y la obstruye con una enorme cruz de madera, con una inscripción grabada en su tronco vertical, aunque ya borrosa, pero se alcanza a leer una cifra de un cinco y cuatro ceros…- Usted, dirá, mi Cristinita…
Para entonces Agustín ya preparaba su maleta con ropa, y revisaba, (silbando “La vie en rose”) la validez de su actual pasaporte, tan entusiasmado estaba el pobre, hasta que Cristina se atrevió a hablar:
-Segugo, que ya saben que he recoguido toda Eugopa, solicitando el apoyo de algunos países paga sacag a Ggecia de…
- Sí, sí, que anda usted haciendo labor de “boteo”, ¿verdad?- interrumpe Felipe.
- ¿Pegdón?
(laventanaindiscretadejulia.com)
- Lo que el señor presidente quiere decirle, Señora Lagarde, es que sabemos de su entusiasmo por apoyar la economía griega; es también de nuestro conocimiento que usted ha alertado a varias naciones para apoyar en estos momentos de crisis- defiende Agustín, también conocido como el Doctor Carstens, aunque él prefiere nada más que le digan: “dotor”.
-Pog eso vine aquí a México… a veg si están en posibilidades ustedes de ayudag.
Ruidosa y espeluznante fue la carcajada de Felipe de Jesús, al escuchar tan intrépida solicitud.
(losneoinsurgentes.blogspot.com)
- ¡Cállese, señor!, - le increpa Agustín.
- ¿No escuchaste, Agustín? (Aún riendo) ¿Cómo se le ocurre venir a pedirnos dinero, si no está viendo las cosas, caray? ¿No leerá el periódico o qué onda, mi buen?
Observando Cristina la absurda reacción de Felipe, se atreve a preguntarle:
- ¿Algún pgoblema, Caldegón?
- Mira, Cristina, te voy a ser bien sincero, la verdad es que aquí estamos de la chi…
Agustín pierde la compostura, y toma al desdichado de Felipe por el cuello, y lo lleva a unos cuantos pasos de Cristina.
- Permítame, señora, no me tardo…- se excusa Agustín.
- Doctog Cagstens, si puedo diguigigme con usted, sólo dígame…
- ¡No, como cree, él es el jefe todavía, sólo deme un segundo!
Cristina se encoge de hombros, y toma el libro abierto que había dejado Felipe en su silla presidencial, misma que ocupa la invitada, mientras recorre algunos pasajes del panfleto.
(lapolitica.mx)
- No sea tonto, señor, ¿qué le pasa?...
- Perdón, Agustín, es que me volví a echar otras copitas por aquello de…
-Eso no interesa ahora, mire…¿Quiere ver al encopetado llegar a su casa el año entrante, o prefiere ver a su amado Cordero…?
- Buena pregunta…aunque ninguno de los dos me…
(mexico.cnn.com)
- Bien, bien, no nos adelantemos. Aquí está su futuro, señor presidente. Hoy es cuando puede usted pasar a la historia.
- ¡Agustín, el pueblo no tiene ni para comer, qué voy andar ayudando a los griegos, hombre!
- El pueblo no tiene para comer, pero usted y yo sí, qué nos cuesta quedar bien con los europeos, éstos, ¿eh? Chance hasta al Obama nos ganamos, recuerde que ya nos ha llamado la atención, y varias veces…
- Está bien…¿cuánto traes?
- Deme un minuto y hago unas llamadas para verificar mi estados de cuenta, ¿le parece?
- Pues yo también, deja le hablo a Mague, que es la buena para los números.
(ehui.com)
Mientras este diálogo acontecía, y lejos de aburrirse, Cristina reía a carcajada suelta, leyendo el texto del originario de Agualeguas, Nuevo León, que ahora ya se autoproclama el salvador de las economías.
-Mague, Margarita, ¿me oyes? ¿Dónde andas?...¿dónde? ¿Y hasta allá llega la señal! ¡Condenado Carlitos, salió bueno para los negocios de telefonía, oye, Mague, este, me podrías hacer un préstamo?...Es que llegó Cristina, ¿te acuerdas de ella? No…no esa es la del programa de Miami, la otra, la de Francia, ¿qué ya no te acuerdas? ¡Ándale, la de los perfumes! ¡Esa mera! Pues anda pidiendo lana, dizque para ayudar a los griegos…Ajá…¿y no te sobra algo por ahí? Pues de perdido para no quedar mal…¿Cuánto? ¿Millón y qué…? Está bien, deja le digo…
Cristina se incorpora de la silla presidencial, aún con el libro en manos.
- Si quiere quédese con el libro, ese ya lo había llevado en la escuela- dice Felipe.
- ¿Y bien? ¿Podrán apoyag a la comunidad eugopea?- cuestiona mientras saca un enorme bote de quién sabe donde.
- Pues sí, pero sólo puedo darle poco- se excusa Felipe, al momento en que le insinúa al oído la cantidad.
- No impogta, Caldegón, lo que guealmente queguemos es que todos apoyen…Mil ggacias.
-Señora, Lagarde, a mí también me agradaría apoyar la causa- interviene Agustín, con maleta en mano, mochila a su espalda, y un manojo de currículums en una carpeta- pero es necesario que la acompañe a las instalaciones del Fondo Monetario, usted sabe, cuestiones de seguridad, no me gusta que me vean con dinero en las manos…
- A mí tampoco- dice Felipe.
Con cara de disgusto, Cristina se acerca a la puerta de salida y se dispone a contestar el teléfono.
(maspormas.com.mx)
- ¿Alló? Ah, Misteg Obama, ¿cómo está usted? Yo bien, pog acá haciendo labor de “boteo”, ¿cómo ve? No, cómo cgee, a usted jamás lo molestaguía con estas cosas, misteg…Ajá…en México…Ajá…muy bien, yo les digo de su pagte claro, hasta pgonto…au revoir.
Preocupados, Agustín y Felipe por la llamada recibida, sólo observan las reacciones de Cristina Lagarde.
-Ejem…Agustín y Felipe, lamento infogmagles que ya se pudo cubguig la deuda que Ggecia tenía…pego me infogman que lo que ustedes tenían destinado al apoyo, se les tomagá en cuenta como pagte de su deuda extegna…
- Y…¿no podrá esperarnos un poco más? Sirve y le juntamos otro poquito, total, es cuestión de subir alguno que otro impuesto y ya- solicita Felipe.
-Lo lamento, Caldegón, no está en mis manos,…¡ah! Me piden que te avise, que Joaquín anda molesto contigo, ¿también le debes o qué?...que te conectes al Skype…
(esmas.com)
Cabizbajo, Felipe saca su laptop del escritorio, y sin levantar el rostro se dispone a entablar conversación con un molesto Joaquín, alias “El Chaparro”, amigo íntimo del entristecido funcionario, quienes pese a su edad, aún gustan de entablar fuertes contiendas de gotcha en todo el país, pero con balas de verdad.
- Por mi parte, ¿sí podré acompañarla, señora Lagarde?- insiste Agustín.
Mirándolo de pies a cabeza, pregunta la presidenta del FMI:
- ¿Cuánto pensabas apogtag, Agustín?
- Pues nada más esto, señora…- escribe en un papel.
- ¡Ahggg, deja de llamarme señora! – pero justo cuando toma el recado y lee el contenido su rostro cambia por completo.
- Tú puedes llamarme como se te dé la guelagada gana, gogdito- insinúa mientras coloca el papel dentro de su sostén, y abraza efusivamente a Agustín, quien retorna de inmediato a recoger su torta de cuatro carnes, y sin despedirse siquiera de Felipe, se enlaza con Cristina en trance amoroso, digno de ser contado en las historias venideras.
Felipe, por su parte, y con el tono ya característico del Skype, espera que su llamada sea contestada, y sólo se limita a brindar por su extrañado y ya ausente Agustín.
Fin
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