lunes, 16 de enero de 2012

La cuestión del ayuno

(ejechillan.blogspot.com)

Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen a Jesús: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día.

»Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos».
Mc 2,18-22

Carta a Dany

Anoche fingí que moría, mientras por dentro reí. Preocupado y en vista de que no atendía tu llamado, comenzaste a llorar. Esto sucedió anoche, ¿te acuerdas? Me disculpo si te asusté...pero esta mañana pensaba en eso, y algo me dijo que te escribiera estas breves líneas. ¿Con qué objeto? Pues para que estés tranquilo pase lo que pase, y que debemos aprender a seguir con nuestras vidas, adelante y sin recordar nada doloroso. Recordamos. Brincaba la cuerda como loco, y tu estabas ahí conmigo. En el cuarto que ahora compartimos los dos, y que a veces considero como un templo, un gimnasio tal vez, y hasta mi cueva solitaria. Mientras yo brincaba, tú tomabas el tiempo. Soporté dos minutos sin parar, pero en verdad sentí que el corazón se me salía por la garganta, y te dije que me esperaras un poco en lo que me reponía. Sentado en cama, explicaba cómo algunas personas mueren haciendo ejercicio, y de repente...¡pluf! Caí en cama con los ojos volteados hacia arriba, justo a un lado de donde tú estabas. Me tocaste el pecho, y dijiste: ¡Tavo!, y repetiste mi nombre una vez más. Como no respondí, lloraste. Luego desperté riendo y te pedí una disculpa. Aún ahora lo hago, no era esa mi intención. Sólo jugaba. ¿Qué me hizo pensar? Que a tu edad, tembién lloré mucho la muerte de mi abuelo Mateo. Me dolió en su momento, y lastimaba meses después en que lo recordábamos. Pero ayer que te veía llorar, pude verme otra vez en esa misma escena. Tienes que sufrir un poco en esta vida, para que la disfrutes. Pero en cuanto a mí, no te preocupes tanto. Recuerda que nada más nos han prestado estos cuerpos, pero que un día, tarde o temprano, tendremos que devolverlos. Así de simple. Estás encariñado con mi espíritu. No es mi cuerpo. Sabes que a donde vamos no hay dolor, Dany, aunque la gente te siga asustando con esas historias de la muerte y calaveras. Cada quien decide cómo morirse...depende mucho de tus creencias y sobre todo de como te haysa portado. Yo voy a morir pensando en Dios, sea lo que eso sea, pero yo tengo un concepto definido de lo que significa para mí. no tengas miedo a nada en la vida. Arriésgate siempre, pero sobre todo, encomiéndate a tu Creador. Por Él respiras, sientes, y amas. Él lo es todo. La gente viene y va. Todo acaba. Los espíritus no. Sabes que te quiero; sabes que aparte de ser tu tío, soy tu padrino, hermano si quieres, pero sobre todo soy tu amigo, y por eso te quiero y espero lo mejor para ti, Dany.
Bendiciones.

domingo, 15 de enero de 2012

Los motivos del lobo (poesía # 3)

(escuelaprimariamelesiopureperomich.bl)

El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal:
¡el lobo de Gubbia, el terrible lobo!
Rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel, ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertos y daños.

Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.

Francisco salió:
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verle se lanzó feroz
contra él. Francisco, con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: "¡Paz, hermano
lobo!" El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: "!Está bien, hermano Francisco!"
"¡Cómo! exclamó el santo. ¿Es ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?"

Y el gran lobo, humilde: "¡Es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer; y busqué el ganado,
y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo; y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor.
¡Y no era por hambre, que iban a cazar!"

Francisco responde: "En el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace, viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener
desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!"

"Esta bien, hermano Francisco de Asís."
"Ante el Señor, que toda ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata."
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a su vez le alargó la mano.

Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, bajo la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.

Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: "He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya vuestro enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios." "¡Así sea!",
Contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió la testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmos oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba a las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.

Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a la montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.

Otra vez sintióse el temor, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto en los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si estuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.

Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos los buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.

Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña
a buscar al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.

"En nombre del Padre del sacro universo,
conjúrote dijo, ¡oh lobo perverso!,
a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho."

Como en sorda lucha, habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:

"Hermano Francisco, no te acerques mucho...
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.

Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad."

El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración,
que era: "Padre nuestro, que estás en los cielos..."

Rubén Darío (Nicaragua, 1867-1916).

Delante de Señor (poesía # 2)

(fatima.org.pe)

Delante del Señor estaba
la Magdalena, triste y vergonzosa,
como bajo del sol bermeja rosa
por sus ardientes rayos traspasada.
Su gran dolor teníala robada,
marcando su aflicción, la voz quejosa...
pensaba en que pasó tan peligrosa
vida de su vida descuidada.
Los pies, que de los pasos fueron guía,
en lágrimas bañados, enjugaba
con los cabellos con los que se cubría.
Allí, el Redentor a quien buscaba,
encaminada fue, porque quería
que amase aún mucho más quien tanto amaba.
Fray Agustín De la Cruz (mexicano).

Los tres ladrones (poesía # 1)


(canticoprimaveral.blogspot.com)
Época fue de grandes redenciones
el mundo de dolor estaba henchido
y en el Gólgota, en sombras convertido,
se hallaban en sus cruces tres ladrones.
A un lado, en espantosas contorsiones
se encontraba un ratero empedernido,
en el otro, un ladrón arrepentido,
y en el medio, el robador de corazones.
De luto se cubrió la vasta esfera:
Gestas, el malo, se retuerce y gime;
Dimas, el bueno, en su dolor espera.
Y el otro, el de la luenga cabellera,
que sufre, que perdona y que redime,
¡se robó al fin la humanidad entera!
Enrique Álvarez Henao (colombiano 1871-1914)

Los primeros discípulos



En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios». Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?». Ellos le respondieron: «Rabbí —que quiere decir “Maestro”— ¿dónde vives?». Les respondió: «Venid y lo veréis». Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» —que quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» —que quiere decir, “Piedra”.
Jn. 1, 35-42
(llamados.jpg)

La mansedumbre del Mesías

(elperiodicodemexico.com)

Sabiéndolo Jesús se alejó de allí. Lo siguieron muchos, y los curó a todos, encargándoles severamente que no lo publicasen; para que se cumpliera lo anunciado por medio del profeta Isaías: "He aquí mi siervo a quien escogí; mi amado, en quien se recrea mi alma. Pondré mi Espíritu sobre Él, y anunciará la justicia a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie su voz en las plazas. No quebrantará la caña cascada y no apagará la mecha humeante hasta que haga triunfar la justicia. En su nombre pondrán las gentes su esperanza".
Mt. 12, 15-21

sábado, 14 de enero de 2012

Reprensión de Jesús a las ciudades infieles

(montemaria.org)

Entonces empezó a increpar a las ciudades en que se habían hecho la mayoría de sus milagros, porque no habían hecho penitencia. ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida!, porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se hicieron en vosotras, haría ya tiempo que hubieran hecho penitencia en saco y ceniza. Pero os digo que en el día del juicio habrá más tolerancia para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaum, ¿serás acaso elevado hasta el cielo? ¡Hasta el infierno te hundirás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros realizados en ti, duraría hasta el día de hoy. Pero os digo que el día del juicio habrá más tolerancia para Sodoma que para ti".
Mt. 11, 20-24.

viernes, 13 de enero de 2012

Jesús elogia al Bautista

(parroquiasanjose-xalapa.org.mx)

Cuando ellos se fueron, comenzó Jesús a hablar de Juan a las multitudes: "¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Pero qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido lujosamente? Los que llevan vestidos lujosos están en la casa de los reyes. ¿Entonces qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí; yo os lo digo; y más que un profeta. El es de quien está escrito: "He aquí que yo envío delante de ti a mi mensajero, el cual preparará tu camino delante de ti". En verdad os digo que no ha surgido entre los hijos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; pero el menor en el Reino de los cielos es mayor que él. Mas desde los tiempos de Juan el Bautista hasta ahora el Reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. En efecto, todos los profetas y la ley han profetizado hasta Juan. Y si queréis admitirlo, él es Elías que había de venir. ¡El que tenga oídos, que oiga!".

Cristo y la incredulidad de los judíos (Embajada del Bautista a Jesús)

(juan1135.woedpress.com)

Cuando Jesús acabó de instruir a sus doce discípulos, se fue de allí para enseñar y predicar en sus ciudades. Juan, que oyó en la cárcel las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: "¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?". Jesús les respondió: "Id y contad a Juan lo que habéis oído y visto: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y los pobres son evangelizados: Y feliz quien no se escandalice en mí".
Mt. 11, 1-6.